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Hace 30 años, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota editaba “Oktubre”

La ascendente banda underground sacaba a la luz su segundo disco de estudio, que marcó un antes y un después en la historia del grupo, al tiempo que significó una verdadera bisagra en el rock argentino, que comenzaba a abandonar el optimismo inicial que había despertado el regreso a la democracia en 1983.
martes 04 de octubre de 2016
Hace 30 años, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota editaba “Oktubre”

Hace 30 años, la ascendente banda underground Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota editaba “Oktubre”, su segundo disco de estudio, que marcó un antes y un después en la historia del grupo al tiempo que significó una verdadera bisagra en el rock argentino, que comenzaba a abandonar el optimismo inicial que había despertado el regreso a la democracia en 1983.

La placa, publicada el 10 de octubre de 1986 con importantes innovaciones sonoras, líricas que graficaban al dedillo el panorama socio-político mundial y un concepto general en el que la banda dejaba en claro sus posturas ideológicas, se estableció además como el trabajo más apreciado por los fans de la banda.

Ocurre que ese disco contiene algunos de los temas más emblemáticos del grupo, como “Jijiji”, “Semen up”, “Ya nadie va a escuchar tu remera”, “Preso en mi ciudad”, “Motorpsico” y “Canción para náufragos”, entre otros; además de definir toda una iconografía, ideada por Ricardo “Mono” Cohen, también conocido como Rocambole, con una lectura de los procesos revolucionarios históricos, a partir de un cruce entre la estética artística tradicional de la Revolución Rusa de 1917 y los trabajos de Antonio Berni.

“Oktubre”, grabado en los estudios Panda con Osvel Costa como técnico, resultó además el despegue definitivo de un grupo que hasta el momento había editado “Gulp”, en 1985, un registro realizado en pocas horas y en el que la banda se limitó a repasar algunas canciones que venían tocando en sus presentaciones desde hacía años.

El resultado final fue un compendio de nueve canciones, con un sonido oscuro y letras que referían a la Guerra Fría, la dictadura de los medios de comunicación y el excesivo consumo de cocaína que dominaba la escena de los años 80.

A partir de ese momento, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota comenzó a ver cómo su público se multiplicaba rápidamente, hasta convertirse en el grupo más convocante de la historia argentina, al tiempo que comenzó a sufrir toda una serie de cambios en su formación.

Hasta ese disco, la banda, liderada por Carlos “El Indio” Solari y Skay Beilinson, estaba integrada por “Semilla” Bucciarelli en bajo; Tito Fargo D'aviero en guitarra; Willy Crook en saxo; y Juan “Piojo” Ábalos, en batería; aunque en el año siguiente, estos tres últimos integrantes iban a dejar sus lugares y serían reemplazados por el saxofonista Sergio Dawi y el baterista Walter Sidotti.

“Lo primero que me viene a la mente para destacar es que es un disco que se hizo con un poco más de estructura que el anterior. Se grabó en Panda con un técnico y tuvo lo que ahora se llama preproducción. Hicimos los demos en una máquina que tenía Gonzo Palacios (saxofonista de Los Twist). Tardamos algo así como una semana en grabarlo cuando a 'Gulp' lo habíamos hecho en cinco horas, con mezcla y todo”, recordó Tito Fargo en diálogo con Télam.

Respecto al sonido, acotó: “Hubo una búsqueda de audio que marcó una tendencia porque mucha gente lo tomó como un disco de cambio. Los años '80 tuvieron la particularidad de que había muchos aparatos nuevos y los músicos estaban abiertos a probarlos”. Debido a esto, Fargo define a “Oktubre” como “un disco frío y más cerebral” en relación a “Gulp”, al que considera “más visceral y menos pensado”.

Este punto marcó el descontento a la hora de la grabación por parte de Willy Crook, quien no estaba tan de acuerdo con el uso de algunos de los efectos utilizados. “El técnico se había comprado un aparato de reverb y se lo ponía a todo. Es como si yo le pusiera helado de chocolate a todo porque me gusta. Imaginate que no le puedo poner helado de chocolate al tanque de nafta del auto. Entonces se me perdía la dimensión de lo que tocaba, de la afinación, y eso que ensayábamos religiosamente tres veces por semana. Ahora lo escucho y me gusta el disco, pero me acuerdo que salía bastante frustrado del estudio”, dijo Crook a Télam.

Lo cierto es que esta particularidad le daba al disco un clima opresivo similar al de grupos relacionados con la escena post-punk, como Joy Division, que cuajaba a la perfección con su densidad temática. Esta característica marcó a fuego al rock argentino que comenzaba a pasar del optimismo inicial que había provocado la “primavera alfonsinista” a la decepción despertada fundamentalmente por la hiperinflación y las presiones castrenses.

Crook considera que en esa época comenzaron los intentos de la prensa especializada, retomada por el público, de enfrentar a los Redondos con Soda Stereo, un capítulo en la historia de la banda que el músico lamenta al destacar que “se degradó el arte con esa competencia necia y absurda”.

Pero más allá de lo musical, “Oktubre” exudaba ideología por donde se lo escuchara o mirara, puesto que el sonido, las letras y las gráficas actuaban como un tándem inseparable, a raíz de un proceso creativo que se definía en la “mesa chica” conformada por El Indio, Skay, Rocambole y La Negra Poly, mánager de la banda.

“La mayor parte de la trayectoria gráfica de Los Redondos se basó en un concepto previo. Mi tarea consistió en hacer visible lo que musicalmente y poéticamente pensaba el colectivo artístico”, puntualizó Rocambole en diálogo con Télam.

El artista plástico aclaró, sin embargo, que desde su óptica “el diseño o la ilustración de gráfica musical no debe interpretar o ilustrar un relato propuesto previamente por la música, ya que eso sería redundante”, sino que debe “proponer ideas en el mismo nivel que músicos, técnicos y mánagers”.

“En el segundo disco de Los Redondos la idea principal era recordar admirativamente los procesos revolucionarios y las luchas protagonizadas por las masas en la historia de la humanidad, en cuanto fueran sometidos contra sus opresores”, recordó Rocambole.

“En lo que atañe a mi parte en el asunto, ese disco significó la difusión de mis trabajos visuales de una manera que jamás podría haber imaginado. Mas tarde el público se apropió de esas imágenes aplicándolas en remeras, banderas, paredes, mochilas y en cuanta posibilidad hubiera incluyendo los tatuajes en la piel. Se transformaron en íconos populares. ¿Qué más puedo pedir como reconocimiento a mi tarea?”, concluyó el artista que, en los próximos días, presentará un libro con material gráfico de esa época que quedó fuera del disco.

Télam

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