Emoción, reencuentro y festejo por los 100 años de la Escuela Granaderos Santos Fredes

La Escuela N°347 “Granaderos Santos Fredes” del paraje Punta de la Loma celebró este sábado con un emotivo acto, los 100 años de compromiso con la formación y la enseñanza. Hubo presentaciones artísticas y un gran almuerzo.

Participaron autoridades provinciales; legisladores como la senadora Guedi Ortiz, la diputada Sonia Ramoska y el diputado Carlos Ponce; vecinos; miembros de la comunidad educativa; la directora del establecimiento, Terisa Escudero; ex alumnos; ex docentes; la representante del Consejo de Educación, Liliana Calcagni; la supervisora, Laura Ruíz; la intendenta de la localidad de Papagayos, Myriam Escudero; Bomberos Voluntarios de Papagayos; y escuelas rurales pertenecientes al Grupo Crecer.

Durante el acto, que inició con el ingreso de las banderas de ceremonia, se hizo un minuto de silencio en homenaje a ex docentes y alumnos fallecidos que pasaron por el establecimiento educativo. La directora, Teresita Escudero, agradeció y destacó a ex alumnos de la institución, vecinos y a la intendente por su apoyo permanente y también recibió un obsequio por parte del Grupo Crecer. Además, y para finalizar, se agasajó a todos los presentes con una exquisita carne a la olla y con las más variadas tortas.

Sin dudas, lo que hizo conmover a todos fue la presencia de personas que formaron parte de la historia de la escuela, como la de David Aguilar Varas, el nieto de la mujer que donó las tierras para la construcción del edificio un siglo atrás.

Mientras que el reencuentro de dos alumnos que no se veían desde la década del 40 hizo que a más de uno se le cayeran lágrimas. Tal es el caso de Juan Alturria, que actualmente vive en Tilisarao, y de Teresa Chiapero, que vive desde hace 60 años en Morón, provincia de Buenos Aires, pero que viajó especialmente para “reencontrarse con sus recuerdos” y para hacer entrega de una placa recordatoria por los 100 años del establecimiento.

Tampoco pudo faltar el mensaje de esperanza y superación de Roberto Rubén Farías, conocido como “Chingolo”, el que iba a la escuela para educarse pero también para comer y llevarle la comida a su mamá. Él mismo contó que allí le enseñaron los valores que lo acompañan día a día, lo que lo ayudó a superarse y a llegar a ser hoy un diseñador de modas, que tuvo la oportunidad de crecer y vivir en las grandes ciudades del mundo. “Chingolo era muy pobre pero fue feliz”, dijo, y ofreció su ayuda a los niños de Punta de la Loma por todo lo que allí recibió.