martes 23 de abril de 2024
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Aniversario 222

"Recuerdos de la fundación de la Villa de Merlo"

La historiadora Nora Costamagna cuenta cómo hace 222 años nacía esta pujante localidad enclavada al pie de los Comechingones, ubicada a 197 km al norte de la capital puntana.
lunes 31 de diciembre de 2018
Plaza Sobremonte
Foto: Centro de Historia de la Villa de Merlo.
Foto: Centro de Historia de la Villa de Merlo.

 

RECUERDOS DE LA FUNDACION DE LA VILLA DE MERLO 

 

El primero de enero de 1797, las viejas campanas de nuestra Capilla repicaban al presenciar la fundación  de una villa. 

La historia documentada había comenzado un tiempo antes, el 23 de junio de 1794 cuando Juan de Videla el comandante general de Armas  de San Luis, viajaba por la jurisdicción cobrando el impuesto de alcabalas y decide sugerir al gobernador de Córdoba del Tucumán por ese entonces don Rafael Núñez de Sobre Monte fundar una población en el paraje conocido como “La Piedra Blanca”, donde había vecinos, mucha agua y superior, la capilla y un “temperamento tan bello” (refiriéndose a su clima) 

Una vez aprobada la idea, era necesario realizar las investigaciones pertinentes en la región por lo que se  comisionó al Juez Pedáneo Alberto Aguilar, para reconocer la región. 

Se llega a la conclusión que el sitio donde estaba situada la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, era apta para poblar una villa, que existían en la zona  60 vecinos y 37 huertas  de todas las especies de árboles. En la falda de las Sierras era factible de mantener ganados de toda especie. 

“En la misma falda se encuentra Cerro de Oro, distante una legua, que lo ocupan ocho vecindades, con cuatro huertas y sementeras de regadío. 

Mas adelante se encuentra Carpintería, poblada por trece vecindades, nueve huertas, sementeras de trigo y bastante agua, siguen Los Molles, una legua corta distante de Carpintería, ocupada por veinte vecinos en donde hay dieciséis huertas y sementeras de trigo todo de regadío”. 

Termina concluyendo en su informe que si bien todos los lugares mencionados tenían vista, ninguno la tenía como la zona, donde habría de erigirse la villa de Merlo. 

El 1 de octubre de 1796 Sobre Monte ordena la fundación mediante un decreto  colocándole el nombre de Villa de Melo, en honor al entonces virrey del Río de la Plata, don Pedro Melo de Portugal; dicha fundación se concreta el 1 de enero de 1797, sobre las tierras donadas por los Hermanos Ortiz,  herederos de Juan Pérez Moreno, constructor de la Capilla Nuestra Señora del Rosario.   

En cuanto a los motivos que impulsaron a Sobre Monte a fundar la Villa podemos destacar dos factores: por un lado reunir familias que se hallaban dispersas y por el otro el fomento de las comunicaciones regionales debido a su estratégica posición para unir Cuyo, San Luis y el Valle de Traslasierra, lo que permitiría una vinculación con Córdoba y  norte del Virreinato. 

De acuerdo a la Legislación de Indias para ser una Villa se requería tener un Cabildo, una jurisdicción independiente, un escudo de armas y un santo patrono. 

De acuerdo al expediente la nueva Villa de Melo contaba con una jurisdicción independiente, con la idea de Sobre Monte de construir un Cabildo y cárcel y la elección del Santo Patrono que recayó el día de su fundación en San Agustín. 

Lo único que faltó fue la construcción, que se inició, pero una etapa de sequia muy importante que atravesó la región hizo que todo se abandonara, y pasara unos años mas para realizar la delineación del pueblo, respetando la ubicación de la plaza  que por iniciativa del Poeta Antonio Esteban Agüero lleva el nombre de su fundador.  

La villa congregaba por ese entonces vecinos pacíficos donde convivían indios, españoles, mestizos y algunos esclavos pertenecientes a las familias más pudientes. 

Ayer Piedra Blanca, hoy Villa de Merlo, recibe nuevas oleadas de población en forma permanente proveniente al igual que ayer, de distintos rumbos, que ocasiona una mezcla de idiosincrasias, pero con un objetivo en común: la búsqueda de mantener el perfil turístico definido hace apenas 60 años, y aquerenciarse en el lugar por su paisaje. 

 

Por Nora Lilian Costamagna 

 

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