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Relato en primera persona

Coronavirus: “La única forma de salir es la reciprocidad, la sensación de comunidad, la responsabilidad compartida”

Cecilia Fernández es merlina, vive en Milán y contrajo el virus COVID-19. Un relato en primera persona para reflexionar, tomar y crear conciencia.
jueves 12 de marzo de 2020
Cecilia Fernández.

Desde hace un año, Cecilia Fernández vive junto a su pareja en Milán, Italia. A través de sus redes sociales, por ahora su único contacto con el exterior, la diseñadora de indumentaria cuenta cómo vive la cuarentena en aquel país.

Cecilia hace pocos días atrás se enteró que es portadora del virus COVID-19 y, en diálogo con El Corredor Noticias, manifestó que la idea de su posteo fue la de informar, pero a la vez llevar tranquilidad a quienes la conocen, prevenir y crear conciencia. “La salida no es la paranoia”, explicó en contacto con este medio.  

 A continuación, transcribimos el texto completo que publicó la joven hace tan solo unas horas su cuenta de Facebook:

 “Escribo esto porque me parece correcto después de que tanto amigos me pregunten la situación en Milán, siempre es mejor la información personal, que desvirtuada por los medios. Quiero aclarar que nunca le di importancia porque no creía a toda esta paranoia, el enfoque mediático apocalíptico y racista me parecía patético.

Yo estoy viviendo en Milán, en este momento hay toque de queda, cerró absolutamente todo, menos farmacias, hospitales, y supermercados, a los que se entra de a pocas personas y con un metro de distancia. Hasta los medios de transporte cerraron y obviamente aeropuertos y trenes de larga distancia. De día se ve gente paseando en los parques, y de noche la imagen que se vive es bastante apocalíptica. Ni hablar de los hospitales con gente tirada en el piso, y las calles vacías, solo con patrulleros vigilando.
Estamos cumpliendo una especie de arresto domiciliario, a esta altura tiene que ser la única forma de parar el virus. Si bien parece exagerado, lo es para nosotros que lo vemos y sentimos como una gripe, o para los que ni tienen síntomas que quieren escapar de sus casas, a vivir estas simuladas vacaciones, pero no lo es para la gente que está muriendo, y somos los principales responsables de ayudarlos.
Si sos portador del virus, el hospital te obliga a declarar que sos positivo, describir tu entorno familiar y laboral. Contas tus síntomas y te dicen que hacer como hacerlo para recuperarte. También cuando sos portador del virus el estado te obliga a cumplir la cuarentena en tu casa, firmar un tratado si no lo cumplís tenes una pena de prisión o multa.
En cuanto a los síntomas (todos están preocupados por los síntomas) y si es mortal, y si es tan grave como dicen, si es banal. Cuando tenes el primer síntoma ya contagiaste más de 100 personas.
Yo personalmente subestime la situación y sigo pensando que es algo político, a pesar de las muertes de personas de mayor edad, la economía va a cero, se paraliza absolutamente todo tipo de comercio. El que no tiene contrato de trabajo se la banca, y el que si tiene espera a que el estado te sustente con el 80% de tu sueldo en no sé cuánto tiempo.
Creo que lo peor que tiene el virus cuando lo contraes y cuando no, es la paranoia de la incertidumbre. Nadie sabe nada, o todos saben mucho...
Los hospitales están desbordados, y los doctores no pueden ayudarte, por la falta real de conocimiento sobre el virus, actúan sobre los síntomas, si tenes mas de 38,5, te bajan la fiebre, si no podes respirar te dan un respirador, y eso únicamente en un caso de emergencia. No hay cura, no sabes cuando se termina, no sabes si se cura, o queda para siempre en vos, no sabes cuanto dura, no sabes si podes volver a contagiarte.
Hace unos días atravesé claros síntomas de COVID-19 sin saber que lo tenía o que lo podría llegar a tener. Sabía que me sentía rara, era una gripe pero no, seguro es estrés, seguro es ansiedad, seguro me cayó mal la comida, ah cierto que tome frío, uff me falta el aire abro las ventanas porque muero de calor, es insoportable la calefacción de este departamento. Conclusiones que arme.
Después de unos días los síntomas que me dejaban de cama desaparecieron y solo quedé cansada como una post gripe, me sentía mejor y me fui a tomar mates con dos amigas y un amigo.
Este viernes una de mis amigas y compañera de trabajo que compartió esa tarde con nosotros nos avisa que el novio, que tenía los síntomas, se asustó y se hizo el test para sacarse la duda de si tenía el virus o no (se los pudo hacer por que tiene contactos en un hospital, no es fácil hacértelos, porque el sistema sanitario, está colapsado) les dio positivo a los dos, cuando ella me avisa que le dio positivo yo ya estaba en cama con fiebre otra vez, y ahí empecé a atar cabos.
En mi caso yo voy por mi segunda semana de contagio a diferencia de mi novio y mis amigos. El primer síntoma que tuve fue malestar estomacal, un fuerte dolor de cabeza (el dolor es en la tapa de la cabeza no adentro como cualquier migraña, o sea arriba donde te pondrías los anteojos si te los subís). Lo segundo es la fiebre sentís que el cuerpo se te prende fuego por adentro pero en realidad tenés 37 y medio de fiebre; por la noche sube más que en el día. A mí me faltó muchísimo el aire a tal punto que me aliviaba abrir las ventanas y que corra aire así todo siendo invierno; la falta de apetito constante (el cuerpo está luchando con un virus que no conoce), le cuesta digerir; hay una constante sed mientras la garganta duele.
En mi caso los síntomas empezaron hace más o menos 10 días. A los 4 días, me aburrí de estar en mi casa (obviamente pensando que no tenía el virus) salí de casa, sintiendo que me costaba mucho respirar cuando caminaba. Tome frío. Y todo volvió a empezar de cero otra vez. Volvió el dolor de cabeza, la fiebre, la falta de apetito, etc. Hoy estoy en mi tercer día de fiebre 37 a 37,5.
En mí experiencia, porque lo sigo transitando, es aprender a estar calmos, no entrar en la histeria de lo desconocido, saber que tu cuerpo te habla y lo tenés que escuchar: Si tenés sed, tomá agua; si no tenés hambre, no comas; si tenés fiebre bajala; etc. En algunas personas la fiebre dura 3 días, en otras como yo, vuelven a caer si no se recuperaron bien. Y en otros casos, como mi novio y una de mis amigas, son asintomáticos, ella tiene 20 años, el 40. Apenas tienen dolor de cabeza, leve fiebre y cansancio físico. Los otros infectados comparten, más o menos, los síntomas contados anteriormente.
Si bien todavía no hay cura, lo recomendado por mi médico es la vitamina C, antes, durante y después. Yo me estoy cuidando comiendo liviano, rico en vitaminas y proteínas; tomando mucho líquido; descanso lo que el malestar me permite. La idea es generar anti cuerpos, no hay remedio. Estar en calma, apagar la tv que es el contador de infectados y muertos, aislarse en absoluto de todo lo que no te ayude a estar con tu cuerpo que te necesita.
Para no contraerlo, ya todos sabemos, la historia de lavarse las manos, tocarse la cara etc. Pero la realidad es que el virus es altamente contagioso, si lo tienen y saben o suponen, aprendan a aburrirse solos y aislados por 15 días mínimo y avísenle a todos los que estuvieron con ustedes antes. Lo importante es cuidar sobre todo a los mayores de 50 años de edad.
Una reflexión mía, inspirada en Morelli, es que esta pandemia nos manda un mensaje para detenernos, ponernos a pensar y revisar:
En un mundo de competencia, consumismo y materialismo donde vivimos trabajando 14 horas al día, sin sábados, sin domingos, sin puntos rojos en el calendario, sin tiempo para disfrutar a nosotros y nuestra familia, llega el virus nos dice “stop”. Quietos, encerrados en casa, día tras día aprendiendo a estar en calma.
De un momento al otro, se suspende toda actividad laboral, la economía se bloquea, los medios de transporte se frenan, el aire mejora y el smog cede.
Aún con el barbijo se puede respirar mejor.
En tiempos donde nuestra mayor comunicación es por redes sociales, el virus nos detiene a pensar lo horrible que es la comunicación de tener que mantener un metro de distancia con tus seres queridos. Sin un beso, sin un mate, sin abrazos, de no poder tocarnos del pánico al contacto físico. Y si estás solo, la opción es la exclusión total.
En tiempos de fuerte discriminación y políticas racistas, el virus te hace experimentar de un minuto al otro, que podes ser vos el discriminado, el de las fronteras cerradas, el que transporta las enfermedades, sin tener la culpa, también siendo occidental, blanco, aunque viajes en primera clase y tengas para pagarte la obra social.
En un mundo mezquino, donde solo nos preocupa cuando algo nos toca el culo, el virus manda un mensaje claro: la única forma de salir es la reciprocidad, la sensación de comunidad, la responsabilidad compartida, el sentir que tus acciones no solo dependen de vos, sino también de los que te rodean, y a su vez, vos de ellos.
En una sociedad que a todo necesita ponerle etiqueta para la seguridad propia, el virus nos advierte su nombre, pero no sus actitudes, nos enseña a aprender de uno mismo para entenderlo. Nos fuerza a conocer nuestras fortalezas para entender sus debilidades.
Escuchemos más a la naturaleza, la familia, el amor y nuestro propio instinto.
El cuerpo y la intuición es nuestra mejor guía”.

 

 

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