“La vida se parece al mate: unas veces dulce y a veces amargo”.

Doña Damiana nació el 27 de septiembre de 1908 en San Luis, según su documento de identidad. Pero esto no es totalmente cierto, ya que de la documentación obrante surge que fue  bautizada en La Cruz (provincia de Cordoba )  el 16 de Mayo de 1908, aproximadamente a los  3 años de edad.

Poco tiempo después del nacimiento de su hija más pequeña Nicefora, su padre Aniceto decidió emprender el viaje y cruzar las montañas, trasladándose a la zona alta del Rincón donde se estableció.

Su hogar era un rancho humilde, enclavado entre los cerros al que se llegaba por un sendero, a pocos metros del arroyo de la Cuesta del Tren.

Doña Damiana de joven trabajó como mucama en el Hotel  “El Rincón” y el “Cóndor”.

Además cuidaba sus cabras y ovejas  en las agrestes laderas y aprendió el uso medicinal de las hierbas de la zona.

Buena curandera, curaba de palabra el mal de ojos, el empacho, las torceduras de aire y la culebrilla. Para el reuma se colocaba un emplasto de coco jarilla y laurel y otras veces alcohol alcanfor y ruda.

Una frase que repetía a cuantos la visitábamos: “la vida se parece al mate: unas veces dulce y a veces amargo”.

Era común verla con largas polleras y con sus bolsillos donde siempre había una bolsa de tabaco.  

Un pañuelo en la cabeza, armando su cigarro es la imagen que me viene a la mente cuando la conocí. Los surcos de su rostro denotaba el paso del tiempo          

Nunca se casó pero producto de sus amores le quedaron cuatro hijos: Juan Domingo (asesinado el 15 de Julio de 1990), Ceferino (fallecido el 19 de Marzo de 1980 en Bs As), María Aidé Vega (nacida el  6 de Junio de 1928), Jesús Feliciana Eve Vega (nacida el 6 de Julio de 1934). Además crió una niña María Exaltación Moreno.

De chica la veía subir por la avenida de los Césares con sus bolsos cargados de mercadería.  La dura caminata es de más de 10 km desde el “pueblo” hasta su casa, donde la mayor parte del trayecto es con pendiente muy pronunciada.

Era propensa a contar cuentos fantásticos, encendiendo el mito en cada anécdota. Acostumbrada a tratar con cuanto periodista llegaba a su casa, con gran habilidad evitaba responder la cantidad de años que tenía como también su lugar de nacimiento.

Su piel de color cobrizo, su rostro anguloso con pómulos altos, de labios finos y ojos oscuros. Sus arrugas marcaban el paso de un tiempo inexorable, la soledad en medio de las sierras y la perdida de sus dos hijos varones.

Vivía en la casa que recibió de herencia de su madre, un rancho de piedra y barro con techo de paja, sin luz y sin agua.   Esta última se la proporcionaba el arroyo el Tren.

           Allá por el año 1947, realizó la escritura treinteañal de sus tierras, las que abarcaba una superficie de 11 hectáreas, teniendo como límites al Norte: tierras de Miguel Yed, al Este: la cantera San Carlos, al Sur: el arroyo el Tren y al Oeste: la propiedad de Venancio Angelli y Pedro Goyo.

En enero de 1990 el intendente de esa época, Ricardo Chaves inauguró el Circuito “Damiana Vega”, que unía el Rincón con  el Calaguala para llegar a Cerro de Oro.   

Se tejió un halo de misterio alrededor de esta mujer en sus últimos años de existencia, dando lugar a la leyenda.

Falleció en San Luis el 3 de noviembre de 1999 de un edema agudo de pulmón a los 91 años según su partida de defunción, aunque si tomamos el acta de bautismo, fue  a los 94 años. Sus restos fueron trasladados a Merlo, en una triste ceremonia donde no alcanzaban las manos para llevar el cajón hacia su última morada. Fue enterrada en la misma tumba donde descansaban sus hijos varones.

POR NORA COSTAMAGNA- JOSE COSTAMAGNA

Fuentes: “EL RINCON RECUERDOS DEL PASADO” NORA COSTAMAGNA- JOSE COSTAMAGNA.