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femicidio en Villa mercedes

Las declaraciones de testigos desmienten a Solalinde: Johana recibió cinco disparos desde corta distancia

Dos de los tiros fueron mortales y el último a quemarropa. Los abogados sostienen que se alteró la escena del crimen y que el acusado tenía "clara intención de matar".
jueves 03 de junio de 2021
Las declaraciones de testigos desmienten a Solalinde: Johana recibió cinco disparos desde corta distancia

Ayer, en un día maratónico de audiencias en el Juzgado de Instrucción Penal 3 de Villa Mercedes, declararon cinco testigos en la investigación del femicidio de Johana Galdeano. Entre ellos estuvieron la médica forense que hizo la autopsia y un perito balístico que analizó la trayectoria de los disparos que efectuó Juan Carlos Solalinde con su revólver de acero y que acabaron, en cuestión de segundos, con la vida de su expareja y madre de uno de sus hijos. La médica confirmó que la víctima recibió cinco balazos, dos de los cuales le destruyeron tres órganos. Y el perito aseveró que los proyectiles fueron gatillados a una distancia que va de los 30 centímetros a los seis metros, es decir, muy cerca de la joven.

La forense Alba Pereira precisó que el primer balazo fue el que Johana recibió en la mano izquierda, que levantó para cubrirse la cara, en un acto reflejo para intentar defenderse cuando el secretario de la Uocra le apuntó con un arma tan intimidante como la Magnum .357. El proyectil, de grueso calibre y gran poder destructivo, entró por el costado derecho de la mano, atravesó internamente la palma, casi en el límite con la muñeca, y salió por el costado opuesto.

Los dos siguientes fueron en la caja torácica, más precisamente en la mama derecha y el pecho, y un tercero en el abdomen medio, refirió Gastón Yllera, uno de los abogados de la familia de la víctima. Son los disparos mortales. Uno le destruyó el pulmón derecho, lo que ocasionó un shock hipovolémico (un sangrado interno incontenible) y otro de los balazos le destrozó el páncreas y el estómago.

El quinto disparo fue para rematarla, sintetizó Leticia Latini, la otra abogada de los Galdeano. No solo porque fue hecho cuando la joven de 28 años yacía en el suelo, ya sin vida, sino también porque Solalinde accionó el arma a muy corta distancia, a unos 30 o 45 centímetros del cuerpo, calculó el perito balístico.

Esa bala ingresó por la mejilla derecha de Johana, atravesó la tráquea, la destruyó, y salió por el tórax. Fue el único proyectil, de los que tuvieron orificio de salida, que pudieron recuperar. Lo descubrieron antes de hacer la autopsia, había quedado retenido entre la campera y el cuerpo de la víctima.

El tatuaje que deja en la piel la pólvora da cuenta de que ese último disparo fue efectuado a centímetros de la mujer, dijeron los abogados con base en lo que explicó el perito balístico. Eso refleja "la clara intención de matar que tenía Solalinde", consideró Yllera.

Otra cuestión que para ellos indica que todo se trató de un acto deliberado con el fin de asesinar son los pasos que implica disparar un arma de guerra como la Magnum. Se trata de un procedimiento de doble acción, en el que primero hay que bajar el martillo de la misma y luego volver a reunir fuerzas para jalar el gatillo. "Los cinco disparos que salieron del revólver impactaron en el cuerpo... La hipótesis de él (del acusado) de que disparó una vez porque quiso asustar a Johana y que después no se acuerda de nada no cierra por ningún lado", concluyó el letrado.

Otro de los testigos que declaró ayer fue uno de los peritos de Criminalística que examinó la escena donde estaba el cadáver, el depósito de la casa del gremialista, y también la vereda y la calle de ese domicilio.

Por lo que dijo ese investigador no cabe duda de que la mujer fue asesinada afuera de ese galpón, en la vereda o en la calle, por Sarmiento, entre Tallaferro y Nelson. Puesto que la mayor cantidad de sangre fue hallada a unos 30 metros de distancia de la puerta de ese depósito, cerca del auto Honda Civic que la víctima había estacionado ahí, y también había más rastros hemáticos adelante de ese coche, indicó Latini.

Pero Latini dijo que el interrogatorio a ese testigo, en particular, no pudo desarrollarse como hubiera correspondido. Tanto ella como Yllera se sintieron coaccionados. Dado que, al momento que intentaron repreguntarle sobre el estado en el que vio la escena y las condiciones en las que trabajó, la jueza no se los permitió.

La abogada sostiene que lo que Ucelay no dejó que expresara el testigo es que hubo "un amedrentamiento de parte de la gente que estaba en la casa del imputado, que contaminó la escena, y también la persecución por parte de los policías que ensuciaron el lugar del crimen", refirió la letrada. Uno de los efectivos que, a su entender, estropearon el sitio donde ocurrió el femicidio es "íntimo amigo de Solalinde" y "puso la patrulla adelante del auto de Johana, donde también había sangre".

Latini adelantó que se contactará con el jefe de la Policía de la Provincia, comisario general Darío Neira, para informarle sobre el accionar de ese efectivo. La letrada está convencida de que, a minutos del femicidio, el gremialista llamó a ese amigo policía y el oficial borró los registros.

Ayer también declaró Gladys Soria, la madre de la víctima. La mujer contó que, a pesar de que la relación había terminado hacía más de dos meses, Solalinde acechaba constantemente a su hija. La llamaba todo el tiempo y la joven siempre lo bloqueaba en su celular. Pero eso no bastaba. Estaba claro que el hombre la vigilaba, porque le enviaba mensajes en los que le decía que sabía con quién y dónde estaba en ese preciso momento.

Por último, declaró un antiguo novio de la chica que trabaja en la Quinta Brigada Aérea. El hombre narró que el miércoles que ocurrió el crimen, un rato antes de que Johana se dirigiera a lo de su ex, ella lo llamó. Hacía mucho tiempo que ellos no se comunicaban, a tal punto que, en un principio, el joven ni siquiera sabía que era ella quien lo llamaba porque no tenía agendado su número en el teléfono.

Relató que la víctima se contactó para advertirle que tuviera cuidado con el secretario de la Uocra. Con cierta incomodidad le dijo: "Solalinde piensa que tengo una relación con vos... Así que te aviso que tengas cuidado, porque este anda armado, y tengo miedo de que le haga algo a tu mamá o a tu papá". Esa llamada fue muy difícil para Johana, expresó Latini. Pues se sentía culpable, porque temía que por su vínculo con el femicida algo malo pudiera pasarle a ese exnovio o a su familia.

 

 

 

El Diario de la República

 

 

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