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Violencia de género

Intento de femicidio en Merlo: le disparó y la golpeó pero le dictaron prisión preventiva por "lesiones leves"

El sujeto tenía orden de restricción y fue detenido luego de gatillar un arma en la vía pública e irrumpir en la casa de su su expareja, donde la hirió de dos culatazos en la cabeza. Cuestionamientos por el proceder de la justicia.
miércoles 26 de octubre de 2022
Intento de femicidio en Merlo: le disparó y la golpeó pero le dictaron prisión preventiva por "lesiones leves"

Una mujer, M., de 28 años, casi termina muerta a manos de su ex novio. A S.D. (23) no le importó el hecho de tener una orden de restricción de acercamiento por las reiteradas denuncias que tenía en su contra por violencia de género y casi la termina matando. 

S.D. la abordó el jueves por la noche cuando la joven volvía a su casa, en Piedra Blanca Abajo, y le disparó con un arma de fuego mientras ella iba en su motocicleta. Aunque el impacto no le dio en el cuerpo, la joven cayó del rodado y sufrió algunas heridas en su cuerpo. Cuando pudo llegar a su vivienda, donde estaba su hijo de tres años, el agresor irrumpió y la atacó frente al pequeño. Le dio dos golpes con la culata del revólver y le abrió la cabeza. Ella pudo activar el botón antipánico que le habían dado previamente, sin embargo, cuando la Policía llegó al lugar de los hechos -casi al instante-, el agresor ya se había ido.

La mujer fue llevada al hospital de Villa de Merlo pero mientras ella era atendida, el atacante seguía suelto y dando vueltas por Villa de Merlo. Iba de la casa de la víctima al hospital, como acechando a su presa.   

La abogada que tomó intervención en el caso, Antolina Ramallo Chaboux, dijo que temió por la vida de su defendida porque en el hospital solo había una mujer Policía y contó que se dirigió a la comisaría para pedir que dieran con el sujeto. “Les dije que por favor hicieran algo ya que el agresor estaba acechando a M. y a su familia, les pedí que pidieran ayuda a la otra comisaría, para que fueran más agentes, me dijo que la Fiscal adjunta no les había pedido nada, que les había dicho que se iba a dormir”, relató.

Ramallo Chaboux denunció que “absolutamente nadie había venido a hablar con ella, ni a pedirle su declaración” durante las horas que la mujer estuvo en el hospital, un proceder que es imprescindible en un caso de violencia de género.

M. recibió el alta médico pero salió sin el protocolo 130, que es el informe que constata las lesiones. Luego tuvo que ir sola junto con su abogada patrocinante al Juzgado a dar testimonio de lo ocurrido. Fue una vez que pasaron por la secretaría de la Mujer, donde la atendió una psicóloga.

La abogada, en su relato hizo hincapié en todos los tipos de violencia a los que se somete a una mujer que denuncia una situación que atenta contra su integridad física. Ramallo Chaboux sostuvo que su defendida la hicieron esperar, a pesar del dolor que le provocaban las heridas. Finalmente, llega el momento de la audiencia, que también se vio interrumpida y estuvo, según la letrada, marcada por la revictimización hacia la persona denunciante.

Pero lo relatado anteriormente no fue todo. La Dra. se quejó por la escasez de personal en el Poder Judicial. Al momento de llevarse a cabo la revisión médica judicial para incorporar el informe en la causa, no había forense. M. otra vez fue violentada.

S.D. fue aprehendido por la Policía esa misma madruga, cerca de las 3 AM, y a posterior, el juez Pinto le dictó la prisión preventiva por 45 días por “incumplimiento a una orden judicial, amenazas, lesiones leves, portación de arma de fuego de uso civil y violación de domicilio, todos en concurso real y cometidos en contexto de violencia de género. Fue trasladado al servicio penitenciario provincial, imputado por los mencionados delitos y no por un intento de femicidio, por lo que pasado el mes y medio de encierro, podría volver a gozar de su libertad y poner en riesgo la vida de su expareja.

La historia de M., publicada con su consentimiento, refleja lo que muchas mujeres en situaciones de violencia tienen que pasar al momento de denunciar a su agresor. Da cuenta de que más allá de que estén vigentes las disposiciones para preservar la vida y la integridad física de una denunciante, las instituciones no cuentan con el personal necesario que aseguren su implementación. Visibiliza que la restricción de acercamiento es una medida que no resulta en un impedimento para el atacante y que un botón antipánico de nada sirve cuando no hay efectivos policiales – aunque no fue lo que sucedió en este caso-.

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