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24 de marzo

La Argentina de la dictadura: descreída, descomprometida, temerosa, individualista y desaparecida

30.000 desaparecidos, 500 bebés secuestrados, la deuda externa sextuplicada y una sociedad que aprendió, a fuerza de muerte y desaparición, a ser lo que el poder militar quiso que fuera: callada, solitaria y desinteresada.
viernes 24 de marzo de 2023
La Argentina de la dictadura: descreída, descomprometida, temerosa, individualista y desaparecida
Los comandantes de las tres armas: el almirante Emilio Eduardo Massera, el general Jorge Rafael Videla y el brigadier Orlando Ramón Agosti.
Los comandantes de las tres armas: el almirante Emilio Eduardo Massera, el general Jorge Rafael Videla y el brigadier Orlando Ramón Agosti.

El 24 de marzo de 1976 comenzó la era más oscura y sangrienta de la historia argentina. Esa madrugada, los comandantes de las tres armas, el general Jorge Rafael Videla (Ejército), el almirante Emilio Eduardo Massera (Marina) y el brigadier Orlando Ramón Agosti (aeronáutica), a través de un golpe de Estado cívico militar, derrocaron al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.

 

 

El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que recibió apoyo de los Estados Unidos además de la complicidad de los principales medios de comunicación privados e influyentes grupos de poder civil, económico y eclesiástico, tuvo por objetivo la instauración del modelo neoliberal. Para llevarlo a cabo, aplicó un plan sistemático de terrorismo de Estado que buscaba acallar a las personas que se opusieran al proyecto propuesto.

En su primera comunicación, el presidente de facto Videla subraya que las Fuerzas Armadas asumieron el gobierno no solo para acabar con la demagogia, la corrupción y el vacío de poder, sino principalmente para lograr el "total aniquilamiento" de "la delincuencia subversiva".

 

 

 

Los siete años que transcurrieron bajo la Dictadura de las Fuerzas Armadas estuvieron signados por una constante violación de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, que funcionaron como médula y ánimo social del Estado argentino.

Así lo expresaba el periodista Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar del 24 de marzo de 1977: “Invocando la necesidad de la investigación, convierten a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio”.

 

 

 

Otro modo de evitar que se expandieran las ideologías “subversivas” fue la apropiación y el despojo de la identidad de cientos de sus hijas e hijos. Algunos de ellos fueron criados en familias vinculadas al gobierno de facto. Gracias a la incansable lucha de Abuelas de Plaza de Mayo y de otros organizaciones, se recuperaron más de 130 nietos y nietas.

La cifra de personas que aún continúan desaparecidas de aquella sangrienta dictadura se estima en 30.000. Si bien de San Luis se conocieron 37 nombres de detenidos-desaparecidos, en la Villa de Merlo vive y milita Alberto Montivero, quien estuvo bajo control del poder militar durante cinco años.

Domingo Alberto Montivero, militante del Peronismo de Base, pasó 2004 días encerrado en cárceles de Córdoba y La Plata, Buenos Aires, entre 1977 y 1982. 

Si bien Montivero considera que la Dictadura no triunfó, sí dejó grandes secuelas porque, así como se beneficiaron ciertos sectores económicos durante ese período, las políticas que siguieron continuaron favorecieron a los mismos grupos de poder. 

En esa época el miedo se había transformado en un ingrediente de la vida cotidiana. La Junta había aplicado todo lo propio de un gobierno autoritario: terror, disolución del poder Legislativo y Judicial, proscripción de los partidos políticos, prohibición de las reuniones sociales, entre otras. Y arbitró todos los medios para mantener a la sociedad en un estado de inconsciencia sobre lo que realmente sucedía, pese a que los organismos internacionales ya hablaban de violaciones a los Derechos Humanos.

 

 

“Empezó a cambiar la desconfianza, antes no éramos desconfiados los unos de los otros, así van surgiendo las frases: ‘yo, argentino’, ‘por algo será’, ‘en qué andará’, ‘no te metás’, ‘algo habrán hecho’”, resaltó la historiadora Miriam Romero Noiray, que participó de la Marcha Multipartidaria para la vuelta de la democracia, a los 22 años.

Estas expresiones son las que darán origen a una sociedad completamente descreída, descomprometida, temerosa e individualista. 

El último Golpe de Estado se propuso eliminar a toda persona con conciencia de clase, a toda sospechosa de ello, a quienes militaban y quienes no. Dejó más de 30.000 desaparecidos y desaparecidas, la mayor parte tenía entre 21 y 30 años. Envió al exilio a cientos de miles de personas.

 

 

La deuda de nuestro país de origen privado, producto de especulaciones financieras, con este gobierno fue estatizada, dando origen a una deuda pública que perjudicó al pueblo argentino.

Hace 47 años en Argentina la muerte y la tortura pasaron a ser moneda corriente, mientras que la posibilidad de protesta, de circulación y la libertad de expresión se convirtieron en motivos para desaparecer. 

La Argentina posterior a la dictadura cívico-militar se convirtió en ejemplo del mundo al juzgar y condenar a los terroristas de estado y al devolverle su identidad a más de 130 bebés que habían sido despojados de su identidad.

El país en el que los represores están en carcel común es el mismo que cada 24 de marzo grita bien fuerte: Nunca más.

 

 

 

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