José de San Martín: “Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín nació en Corrientes en 1778 y murió el 17 de agosto de 1850 en Francia. Sus restos recién fueron repatriados en 1880.

Mucho se puede decir y contar ya que dejó una huella muy grande en la historia.

Se lo considera el “Fundador de la Libertad del Perú”; en Chile recibió el grado de “Capitán General”.

Sirvió 22 años en el ejército de España y al regresar a Argentina sirvió a la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Encabezó el Regimiento de Granaderos a caballo y fue Jefe del Ejército del Norte, reemplazando a Manuel Belgrano. Y en 1817 llevó a cabo la gran hazaña que aún hoy inspira a tantos y los lleva a recrear y revivir: El cruce de los Andes.

Si bien tanto hizo, resulta oportuno recordar

10 de sus frases célebres, dignas de usarse tal como si fueran una biblia:

-Mi sable nunca saldrá de la vaina por opiniones políticas.

-Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla.

-Una derrota peleada vale más que una victoria casual.

-La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien.

-Si somos libres, todo nos sobra.

-Hace más ruido un hombre gritando que cien callados.

-Mi nombre es bastante célebre para que yo lo manche con una infracción a mis promesas.

-La soberbia es una discapacidad que suele afectara pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.

-Mi mejor amigo es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos.

-Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles, mi edad mediana al de la Patria, creo que me he ganado mi vejez.

De modales esmeradamente educados, severo, optimista y siempre dando ánimo a quienes dudaban o lo habían perdido, sagaz, reservado y jamás indiscreto; fue sin ninguna duda el “más virtuoso de los hombres públicos, el más desinteresado, el más humilde dentro de su grandeza, el más grande de los héroes

Sus restos descansan en la Catedral Metropolitana, custodiado por dos granaderos permanentemente tal como se lo merece “El Padre de la Patria”.