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La primera Ley de la democracia

Poco antes de dejar el gobierno, las Fuerzas Armadas jugaron su última ficha. Se perdonaron sus propios crímenes y quisieron impedir que se los juzgue. La Argentina que asomaba no era sumisa y rápidamente derogó la auto amnistía militar.
viernes 24 de marzo de 2023
La primera Ley de la democracia

El 22 de diciembre de 1983 Argentina dio el paso más importante para juzgar a los responsables de la dictadura militar que acababa de terminar. El Senado de la Nación derogaba, por unanimidad, el impedimento legal para enjuiciar a los genocidas.

Tres meses exactos atrás, Reynaldo Bignone firmaba la Ley  22.924, llamada “de pacificación”. La medida declaraba no juzgables:

“Las acciones penales emergentes de los delitos cometidos con motivación o finalidad terrorista o subversiva, desde el 25 de mayo de 1973 hasta el 17 de junio de 1982. Los beneficios otorgados por esta ley se extienden, asimismo, a todos los hechos de naturaleza penal realizados en ocasión o con motivo del desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin a las referidas actividades terroristas o subversivas”.

También era muy clara: “Los efectos de esta ley alcanzan a los autores, partícipes, instigadores, cómplices o encubridores y comprende a los delitos comunes conexos y a los delitos militares conexos”. Con un claro propósito de proteger desde el jerarca mayor al complice (tal vez civil).

Además dejaba afuera de la amnistía a “los miembros de las asociaciones ilícitas terroristas o subversivas” que no residieran en Argentina o “ que por sus conductas hayan demostrado el propósito de continuar vinculadas con dichas asociaciones”.

Ya en campaña, Raúl Alfonsín prometió derogar tal medida: “No vamos a aceptar la autoamnistía, vamos a declarar su nulidad”. Mientras tanto Ítalo Luder, candidato peronista a la presidencia, explicaba que la Ley ya estaba declarada y que nada podía hacerse con los Juicios aunque se derogue la normativa.  Luder se excusaba en que sería la “ley más benigna” según el código penal.

A tres días de asumir, el 13 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín envió al Congreso el proyecto para derogar la Ley 22.924 de amnistía. Con una rapidez y una seriedad acordes al momento histórico que se vivía, Diputados aprobó el proyecto y lo giró al Senado.

En la cámara alta tanto oficialistas como opositores firmaron el dictamen, defendieron el proyecto y aprobaron por unanimidad el fin de una de las leyes más cobardes de la historia. El Radicalismo y el Justicialismo votaron en conjunto a pesar de las diferencias durante la campaña.

Finalmente, el 27 de diciembre de 1983 el presidente Alfonsín promulga la nueva normativa. Dándole así la herramienta clave a la Justicia para que pueda comenzar los juicios a las juntas militares y a todo aquel responsable de los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en Argentina.

Aquel diciembre el país enfrentó, quizás, una de las pruebas de unidad nacional más grandes que se ha visto. La promesa de campaña se cumplió, el peronismo y el radicalismo convergieron en la idea de Nunca Más.

Derogar la amnistía fue la primera Ley aprobada luego de la dictadura, pero fue, mucho más que simbólicamente, la primera ley de la democracia.

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