lunes 29 de abril de 2024
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A un año de uno de los peores desastres naturales que sufrió la Villa de Merlo

El 22 de marzo, fecha en la que se conmemora el Día Mundial del Agua, llegó el año pasado con una descarga nunca antes vista. En menos de 24 horas cayeron casi 300 milímetros, poco más de la mitad de lo que llovió en ese mismo lugar durante todo el año anterior. El diluvio provocó severos daños y tuvo a la ciudad incomunicada durante varios días.
viernes 22 de marzo de 2024
A un año de uno de los peores desastres naturales que sufrió la Villa de Merlo

Hablar de Villa de Merlo es transportarse a esos lugares donde muchas personas quisieran pasar toda la vida. Sierras, sol, arroyos de agua cristalina que desciende entre saltos y cascadas, sus montes de espinillos, molles y bosques de tabaquillos, y la diversidad de su fauna, lo convierten en uno de los destinos predilectos de Argentina. No por nada, desde hace algunos años, esta ciudad sanluiseña, promocionada como “el tercer microclima del mundo” por la singularidad de su ambiente, viene acomodándose en el ranking de las localidades más buscadas para pasar unos días de relax. Quién podía imaginar que ese “paraíso natural, vergel divino”, como lo describió el poeta “Coco” Altamirano en la oda que le compuso, un día iba a conocer en carne propia la furia de la naturaleza.

 

El absurdo

El año anterior (2022) había sido un año duro. La emergencia hídrica fue tan intensa que solo un milagro podía revertirla.

Parece que las plegarias y los rituales se escucharon todos juntos y al mismo tiempo. El 22 de marzo, fecha en la que se conmemora el Día Mundial del Agua, casualmente llegó con una descarga nunca antes vista. Los medios locales titularon al diluvio como “inédito”. Claro, si en menos de 24 horas cayeron casi 300 milímetros, poco más de la mitad de lo que llovió en ese mismo lugar durante todo el año anterior.

De rezar para que algo pusiera fin a la agonía de la sequía, en un abrir y cerrar de ojos, se pasó a implorar que el aguacero se detuviera. Era imposible asimilar el caos que se veía.

 

El desasosiego

Los mansos arroyos comenzaron a crecer de forma violenta y a arrastrar rocas, árboles, todo lo que se cruzara por su cauce. Los caminos se transformaron en ríos de agua turbia por donde flotaban todo tipo de elementos, hasta autos.

Hubo barrios enteros anegados, casas en donde todos los muebles, electrodomésticos y los recuerdos familiares quedaron sumergidos.

El sonar de las sirenas de bomberos por las calles de toda la ciudad, o lo que iba quedando de ellas, fue constante durante varias horas consecutivas y alertaba sobre la gravedad de los hechos.

 

 

Esa mañana, Diego llegó a la casa que alquila en el barrio Norte, después de una larga jornada de trabajo y en medio de la tormenta. Su mujer y su pequeña hija de tres meses dormían y se acostó rendido junto a ellas. “Como a las 10 de la mañana nos despertamos con mi señora, cuando nos levantamos teníamos el agua hasta las rodillas, no entendíamos nada”, relató el hombre que se reía para no llorar mientras intentaba de sacar los restos de barro de su comedor. “Llamábamos a los bomberos y nos decían ‘tenemos como 20 salidas antes de poder ir a tu casa’. Estaba todo colapsado. No sabíamos qué hacer”, había contado en una entrevista para ECN.

Como él, sus vecinas y vecinos vivieron dos inundaciones en un puñado de minutos. El sector donde residen está a escasos metros del puente que cruza el arroyo El Tigre, cuyos desagües se obstruyeron con todos los residuos que arrastró la crece y ocasionó el anegamiento de la zona: “Nos inundamos dos veces, para la segunda entraron ramas, piedras, basura. Fue desesperante”.

 

Emergencia Civil y Vial

Los barrios de las zonas que se denominan “bajas” y aquellas que se encuentran a la vera de arroyos y de algunos de sus brazos que frecuentemente están secos, fueron las más afectadas por el temporal. Tanto el gobierno municipal como el provincial calificaron al fenómeno como “una desgracia con suerte” porque no se contabilizaron víctimas fatales. Sin embargo, los daños fueron graves y a un año del desastre, todavía la ciudad no se recupera del todo.

La Municipalidad declaró por esos días la Emergencia Civil y Vial. Por más de una semana la ciudad estuvo incomunicada. Algunos barrios permanecieron sin servicios básicos como luz, agua corriente, telefonía, y también expuestos a la amenaza sanitaria por el rebalse de cloacas y pozos negros.

Los datos oficiales proporcionados dieron cuenta que se asistieron a unas 300 familias a las que se les brindó ayuda con alimentos, vestimenta, colchones, chapas y materiales de construcción. Mientras que cuatro de ellas fueron evacuadas.

 

 

Los daños en la vía pública fueron significativos. “Merlo tiene 650 kilómetros de calles de tierra y se destruyeron todas, además de aquellas en las que se levantó el asfalto”, había dicho quien por entonces era el secretario de Obras y Servicios Públicos, Eloy Biassi.

El temporal dejó como saldo graves consecuencias económicas. No solamente por la devastación, sino por las expectativas generadas en torno al fin de semana largo por el feriado del 24 de marzo. De pronto, los establecimientos hoteleros tuvieron que cancelar reservas, los eventos que había programados suspenderse. Fue un cimbronazo para la principal industria, que aprovecharía uno de los últimos puntapiés antes del comienzo de la temporada baja.

 

Campaña solidaria, política y militar

Se organizaron operativos vecinales para colaborar con las personas damnificadas. Hubo desde quienes hacían los mandados y colectaban víveres y repartían bolsones de comida y productos de limpieza, hasta quienes agarraron palas y baldes para ayudar a tapar los socavones en las distintas arterias.

 

 

Pero también la contingencia sirvió para que candidatas y candidatos pusieran primera de cara a las elecciones que se aproximaban. Desde San Luis llegaron camionetas repletas de mercadería y elementos para reparar las viviendas. La reconstrucción sirvió como excusa para que la clase política, disfrazada de empatía, se mostrara en las fotos días antes del cierre de listas.

La asistencia era extremadamente necesaria. Los primeros días 300 personas se abocaron a las tareas de reacondicionamiento y ayuda a las personas que quedaron aisladas. Además de los equipos municipales, de las distintas carteras del Gobierno de la Provincia y de Vialidad Nacional, bomberos y policías y decenas de máquinas y camiones, llegaron a la villa soldados del Ejército Argentino y de la V Brigada Aérea. 

El despliegue de militares, más allá de que fueran convocados para llevar adelante operaciones de protección civil y brindar ayuda humanitaria, en vísperas del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, fue una postal impactante y controversial, repudiada por organizaciones políticas y de Derechos Humanos.  

 

 

 

Caos anunciado

El ingeniero Alejandro Strelin, quien estaba cargo de la dirección municipal de Agua, en una entrevista había dicho: “A lo largo de la historia existieron fenómenos climáticos extremos. Lo que ocurrió en Merlo, si bien fue un hecho aislado y cíclico, fue potenciado por la contaminación, la alteración de los ecosistemas y la deforestación indiscriminada para el desarrollo inmobiliario”. Sin tapujos, aseguró que “desastres naturales como el que aconteció, se seguirán produciendo con mayor frecuencia y es necesaria la planificación para prevenir nuevas y futuras catástrofes”. El profesional llamó a hacer cumplir las “normas existentes”, como, por ejemplo, las que regulan los lugares permitidos para la construcción, la extracción de áridos, y la correspondiente presentación de estudios de impacto ambiental.

 

 

En diciembre del año 2022 se aprobó en el Concejo Deliberante la ordenanza para adherir a la Ley Nacional N° 27.287 de “Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo y la Protección Civil”, que, a su vez, crea el Programa Municipal para la Gestión del Riesgo y la Protección Civil de la Villa de Merlo.

Pese a que la iniciativa plantea el armado de una red conformada por el sector público, bomberos, universidades y organizaciones, para planificar protocolos de acción ante riesgos que pueden suceder en Merlo, como incendios, desbordes de arroyos y sismos, su concreción y puesta en funcionamiento no llegaron a tiempo.

 

El olvido

Es extraño que, a estas alturas y al haberse cumplido un año de este desastre natural, no se trabaje en un plan a largo plazo para evitar que ocurran mayores desgracias y garantizar un crecimiento ordenado y planificado de la ciudad.

Más, cuando en cada acto se entonan de manera fervorosa los versos del himno que compuso “Coco”: “Si algún día sube el agua de los mares, a resguardo voy a estar aquí en mi pueblo. Tengo un arca generosa en tierra firme, y en su proa esperanzada dice Merlo”.

El presagio estaba escrito pero nadie lo interpretó: el agua podía subir y subió en serio y poco se hizo para resguardar al pueblo.

 

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