2020-11-30

Sueños de vida

Tras un sueño…

Tomás Castro es un joven oriundo de la localidad de Cocarán, provincia de San Luis que con tan solo 4 años empezó a jugar a la pelota. Y como la vida es un viaje tan rápido, de pronto tuvo 12 años ese chico de pueblo, proveniente de una familia humilde, trabajadora que acariciaba el sueño de jugar a lo grande, en primera. En el 2014 las puertas de la oportunidad se abrieron cuando un club de los número uno, buscó nuevos talentos. Y en febrero de 2014, en la cancha auxiliar del Monumental, los técnicos de las divisiones inferiores probaron a Tomás… ¡y les gustó su estilo! El club, ni más ni menos que River, lo quería fichar para que forme parte.

Regresó a Concarán y en familia tomaron la decisión: Le consultaron si quería, si podía, porque significaba dejar su pueblo, su familia, sus amigos, su casa para ir a vivir a una gran ciudad, a Buenos Aires, a la pensión del club. El niño estaba de acuerdo y sus padres, en la decisión más difícil decidieron apoyarlo.

En 8 días todo estuvo listo. Y como Wilson Castro, su papá en diálogo con El Corredor Noticias expresó “Fue muy difícil porque no era solo lo material, era dejar a un niño solo en una gran ciudad. Pero su sueño era jugar, entonces decidimos apoyarlo aunque se nos rompía el corazón”.

Pero nos fuimos aliviando al verlo en las fechas claves y con el esfuerzo de ir nosotros a visitarlo y dio sus frutos cuando Tomás debutó en River en el partido en el que le ganó a Rosario Central 2 a 0 en Arroyito.

El entrenador de River, Marcelo Gallardo, en la copa de la liga de futbol argentino “Diego Armando Maradona” frente a Godoy Cruz en Mendoza lo había convocado. También ante Banfield, como suplente.

Pero llegó su gran momento ante Central cuando entró como reemplazo de Zuculini, a casi diez minutos del final, en River.

El joven mantuvo buen tránsito con la pelota en el medio campo y cerca del final, pese a que le faltó potencia llegó a rematar al arco rival.

Al mirar a este joven casi nadie reconoce a ese niño que peloteaba a los 4 años y esos padres abnegados que tantas veces lo extrañaron y lloraron en silencio, gritaron de alegría y se abrazaron emocionados a casi diez minutos del final de su primer partido… y las distancias terminaron cuando Tomás dejó de ir tras su sueño para encontrase con su primer gran realidad.

 

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